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Bex Magazine #25 Dossier Uruguay

El aire que me falta

Guillermo Giansanti

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La tinta de melancolía se derrama en las fotografías de Guillermo Giansanti. Son imágenes que le dan cuerpo a exhaustivo trabajo que comenzó cuando el fotógrafo conoció una india llamada Tapixi. Ella vivía en el antiguo Museo del Indio en Río de Janeiro, un local marcado por los recientes abusos gubernamentales cometidos en nombre de la orgia deportiva, que expulsó a los indios que allí vivían hace años, sólo para agradar a la FIFA.

Son imágenes tomadas de la tribu Guajajara, en las aldeas Bananal en el Estado de Maranhão, el estado más pobre del país y que no por acaso, rehén de poderosos políticos-coroneles. Un país fuera de los medios de comunicación; un país real. Tierra natal de Tapixi y su familia, que Guillermo insistió en visitar diversas veces para conocer mejor su mundo. De una forma lírica, Guillermo araña la tierra y expone sus llagas.
Mostrando un país que todavía carga el transe de una herencia pesada, que no nos deja olvidar el pasado de este país del futuro, construido por colonos europeos, seleccionados entre los peores sujetos del Viejo Mundo. Aquí, llegando estos hombres se deleitaban de forma violenta con las bellas indias desnudas y acababan con una cultura local sin una gota de remordimiento. La animalidad desencadenaba nuestro proceso civilizador. Las riquezas naturales atraían aventureros de todo tipo.
Sedientos de oro, estos anti-héroes plantaban lujuria y codicia en la formación del hombre brasileño. Muchos años ya pasaron, atravesamos el modernismo con el sueño del desenvolvimiento, antropofagizamos la cultura europea con la ayuda de Mario de Andrade y nos Macunaimamos, nos tornamos imitadores de su personaje más conocido “Macunaíma”; mestizo de esta mistura dañada, cargada de lujuria y codicia. Ni blancos, ni negros, tampoco indios. Ni buenos ni malos, de carácter medio indefinido, como el propio Brasil.
Y cómo quedaron los indios en ese proceso; sometidos, desterrados, enterrados? Ellos continúan al margen de este país con vale para un futuro glorioso. Pocas personas vuelven su mirada para ellos, para su cultura, o lo que resta de ella. Guillermo, tal vez por ser uruguayo y traer una mirada extranjera, percibe que por detrás de esta eufórica alegría de exportación, que nosotros brasileños ostentamos, existe un país melancólico con una temporalidad propia, que se materializa en el vivir de estos indios, tan bien retratados por él.
Un país paralelo donde el aire de la historia todavía pesa; casi sofoca.
Edu Monteiro

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