Seres humanos que comparten su arte y profesionalismo, que más allá de la carpa y el maquillaje, tienen una vida: son humanos, tienen sentimientos, pertenecen a una sociedad; una sociedad que es indiferente, muchas veces vacía, que a la salida de su climax de entretención se olvidan del ser humano.
Este trabajo fotográfico permite compartir esos momentos que no son públicos, que no son pagados para ser apreciados, que son espontáneos, que pertenecen a una vida, que generan un cuestionamiento del ser nómada:
¿Por qué nosotros no somos los raros al vivir una vida donde no hay desplazamiento?; a un ser humano con emociones mucho más vulnerables que las de cualquier citadino,a una persona... sí! a una persona que más allá de las luces, el show y el escenario, comparten un día a día, a veces muy sonriente, a veces muy triste; que te enseña que perseguir un sueño es lo que más vale en esta vida, y a pesar de ese amor/indiferencia hacia los artistas circenses, aquella frase cliché sigue siendo la mejor retribución para estos seres humanos: "no hay mejor paga que el aplauso y la sonrisa del público".
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