Inicié Paisajes en el 2005 e igual que con otras búsquedas, desarrollos y tanteos experimentales que tiene el mismo sustrato estético e ideológico: me permite profundizar un proceso de auto-deconstrucción permanente, de revisión y reelaboración crítica de mi producción anterior. Las fotografías que integran Paisajes son de rostros y parte de torsos de personas que “miran” a cámara manteniendo los ojos cerrados. Los retratos ocuparon un lugar importante en mi primera obra y continuaron siendo esenciales en muchos trabajos posteriores. La cuestión de la mirada, que siempre estuvo presente en mis fotografías y en mi discurso, aquí es suprimida. Todo surgió como un juego mientras fotografiaba a Gabriela Liffschitz.
En algunas tomas habíamos acordado que mantendría los ojos cerrados. Luego de su muerte, por pudor o quizás miedo a incurrir en un golpe bajo, no me decidía a exponerla, a pesar de la atracción que me provocaba. Finalmente, la amplié a gran tamaño y la expuse en la Fundación Federico Jorge Klemm. Verla en la pared, funcionando en el espacio, produjo el insight! Fue un desafío que me habilitó para ponerme a trabajar en Paisajes (aunque la foto de Gaby no está incluida) repensando la tradición del retrato, el tema de los géneros, la escenificación de la pose, los códigos, sobreentendidos, etc. Me interesa el efecto de los ojos cerrados, la ausencia de la mirada y la tensión que esto desencadena. Como dice Cristina Bacchetta a propósito de Paisajes: “La mirada del otro refleja mi propia mirada, ‘me’ refleja, es donde puedo ver que me confirma o me rechaza, y en definitiva me confirma aunque me rechace... Si no veo los ojos, la mirada que me mira, si no soy mirada, corro el riesgo de perderme. De no ser, o también de ser nada. Algo queda sin definir, algo queda suspendido…” El fondo, gris, es siempre el mismo y el esquema de iluminación idéntico. No hay prendas, joyas ni elementos que puedan sugerir algo más de los fotografiados que lo que la vida les ha ido grabando en sus caras… Según Cecilia Cerutti: “en las fotografías que componen la serie Paisajes la temporalidad ha sido intensamente cuidada y el cuerpo ha resultado el primer objeto atrapado en ese miramiento. Aparentemente semejantes entre sí y carentes de identidad, subjetividad y distinciones.
Son cuerpos despojados, desnudos, desarraigados y desterritorializados. Es movilizador encontrarse con cuerpos sin disimulos, sin adornos, sin maquillajes en una época de espectacularización, de identidad forzada, de apariencias”. Tanto en Paisajes como en Aporías y en el resto de mi producción reciente, trato de alejarme de toda anécdota, de toda tentación expresionista y también de cualquier intento de “simbologización” para plantarme solo con los recursos del instrumento -de la máquina- ante aquello que por su sola potencia referencial se me impone. Trato de despojarme del oficio, de la “experiencia”. De correrme. Forzarme a una cierta abstinencia. Dejar que la potencia indicial de la fotografía se manifieste silenciosa, pertinaz… y si de alguna emoción pudiera hablarse en mi obra, es de la que surge de la pura percepción, en palabras de Jean-Marie Schaeffer “del susurro de la huella visual de la que proviene”. Dejo que cada espectador confronte con la obra desde sí. Creo que hay distintas posibilidades y niveles de abordaje: desde lo inmediato visual, más perceptual y epidérmico, hasta lecturas más elaboradas con variados estratos de complejidad conceptual. Todas me interesan. Eduardo Gil
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