El misterio que plantea la serie es "el misterio del encierro". El de la gente sola, perdida, trabada, oculta...
Este encierro se hace de dos maneras, detrás y frente a la cámara. El tomar fotos, el encuadrar, es un proceso de encerrar. Seleccionar qué se queda fuera y qué dentro. Qué va a ser aislado en el espacio y el tiempo. Pero el encierro también está ahí, independientemente de mi presencia y mi cámara. En cada rincón la gente se descuida aunque sea por un breve momento y su soledad, su propio encierro se hacen visibles. Ese es el instante contenido en las fotografías que conforman la serie.
-Rodrigo Rodríguez.
Se trata de una serie realizada por medio de múltiples cámaras en distintas ciudades, pueblos, caminos y rincones por el artista Rodrigo Rodríguez: un fotógrafo joven nacido en la Ciudad de México, quien investiga minuciosamente la realidad y observa puntualmente su entorno.
Parecería a simple vista que las fotografías aquí presentadas no tendrían relación alguna con el concepto de encierro, ya que fueron realizadas en espacios públicos cotidianos: son escenas de calle. Por esta razón, es necesario observar detenidamente cada una de ellas y encontrar el modo en que las historias de encierro son contadas por Rodríguez principalmente de dos formas.
En primer lugar, Rodrigo es un espía de los encierros secretos de sus personajes retratados. Los sujetos que aparecen en estas fotografías realizadas casi a escondidas, se encuentran inmersos en sí mismos y no se percatan de la presencia del lente que los enmarca.
Los efectos y las consecuencias que el encierro provoca en quienes lo sufren, se ven reflejados en sus gestos, miradas y posturas, que al mismo tiempo los delatan. Basta un guiño, una mueca o una mirada para que la cámara de Rodrigo sea el medio a través del cual entendamos su condición de encerrados.
En las otras fotografías, los encierros los hace el propio Rodrigo: es un encerrador profesional. Sus encuadres cercan no sólo al personaje retratado sino también al que mira, y no le permiten ver más que un pequeño rastro de quienes se han quedado atrapados en la imagen: sólo son visibles unos dedos, unos zapatos o una espalda. Las circunstancias del fotografiado y las composiciones y encuadres del fotógrafo forman sólidos encierros visuales, que producen fronteras imaginarias y que reproducen barreras innegables.