Hasta que en la tarde de ese martes 5 de Marzo de 2013, a las 4:25pm, el gobierno anunció su fallecimiento tras dos años de batalla contra el cáncer. Tras el anuncio todas las líneas de telecomunicación colapsaron y los servicios de transporte se abarrotaron, rumores corrían por las redes sociales mientras el gobierno anunciaba los planes de las ceremonias fúnebres e invitaba a los seguidores y dolientes que se congregaran en las plazas Bolívar del país.
En la Plaza Bolívar de Caracas, en pleno centro de la ciudad y corazón de las zonas chavistas y sedes de instituciones del Estado, miles de personas se acercaron a rezar, conmemorar y a llorar al comandante, mientras que otros caminaron hasta el palacio de gobierno en Miraflores, también con lágrimas y consignas que recitaban “¡Chávez vive, la lucha sigue!” que se escucharon hasta el amanecer. Al día siguiente, la urna con los restos de Chávez se trasladó en caravana desde el Hospital Militar “Doctor Carlos Arvelo”, en el oeste de la ciudad, hasta el patio de la Academia Militar, a unos 10 kilómetros, en el sur de la capital, donde se le rindieron los honores póstumos para un Jefe de Estado.
Miles de personas de todas partes del país, e incluso de otras nacionalidades, acompañaron al líder en su recorrido hasta la capilla ardiente, que se mantuvo abierta por casi dos semanas para que todos los venezolanos pudieran ver por última vez a su comandante, en algunos casos tras soportar una cola de 12 horas bajo el sol inclemente,el hambre y la sed, que era combatida por los refrigerios y puntos de hidratación que instalaron las fuerzas militares, o tras desvelarse toda la noche, abrigados del cruel frio y el cansancio por estar de pie y ser parte de la granmasa que deseaba caminar frente a la urna para mirar por pocos segundos a través del cristal. Dos semanas después, el cuerpo de Chávez fue trasladado nuevamente, esta vez al Museo Histórico Militar donde actualmente reposa a la disposición de quienes aún quieren visitarle. Ubicado en uno de los bastiones fuertes del oficialismo, la parroquia 23 de Enero, los venezolanos se apostaron al lado del camino a la espera de la caravana fúnebre. Con llantos, consignas, promesas y cánticos, los chavistas no dejaron nunca de despedir y agradecerle al presidente por sus catorce años de revolución.
Tanto sus seguidores como la oposición del país no negaron su liderazgo ni su carisma, que le valió adeptos fuera de las fronteras venezolanos incluso logró amistarse con famosos de Hollywood. Quienes se identificaron con él lo asumieron como un padre protector. Wilmer Torres y Pedro Matos, dos jóvenes con quienes tuve la oportunidad de charlar sentado en el césped de los jardines de la Academia Militar, afirmaron que en Venezuela el protagonismo ya no estaba en las manos de los políticos, si no del pueblo. A pesar de la dura realidad de la muerte, Wilmer y Pedro estaban sonrientes; para ellos, una vez recuperada “la patria”, solo faltaba la transformación del nuevo hombre que, según el “líder y comandante supremo, el teniente coronel Hugo Rafael Chávez Frías” cambiaría el mundo para bien.