El escenario principal unificador es el paisaje rural, donde se encuentra de manera furtiva momentos extraños; escaleras que van al cielo, edificaciones raras, niños que viven en un cementerio y la neblina que aparece de la nada. Las imágenes muestran a El Crucero como un lugar que responde al paisaje onírico, mágico y misterioso; que se muestra como fragmentos de lo intangible, donde el clima le imprime mayor misticismo según su estado de ánimo; la luz del sol o de la imponente neblina que arropa y hace que la luz tiemble ante su presencia. Un pueblo donde parece que no pasa nada.
Utilizo la fotografía como medio de contemplación, con abstracciones que reflejan al lugar como reflejos o fragmentos del recuerdo, como un espectador que mira desde lejos, pero que tiene una cercanía íntima a la realidad de las personas que lo habitan.
El Crucero parece un lugar atrapado en el tiempo, acompañado del olvido, de sensaciones de historias perdidas y paisajes que muestran la importancia del vacío y su potencia creadora a través de horizontes infinitos y cielos con gran protagonismo. El estado de ánimo del lugar se acerca a la estética de un mundo onírico a través de los colores, la densa neblina del lugar, las cualidades visuales y espaciales del paisaje que atienden al vacío, el todo y la nada de la gente que vive en el lugar. El Crucero se encuentra ubicado al sur de la ciudad de Managua. Es la sierra de la capital Managua, Nicaragua.
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