Tomé mi primer curso de fotografía formal en 1997, como clase opcional, mientras cursaba mis estudios universitarios en un internado lejos de mi familia y de mi tierra natal. Siempre recuerdo lo mucho que extrañaba mi ciudad y las cosas que la caracterizaban, pero nunca olvidaré que sobre mi cama, tenía un poster con una foto de la playa de arena blanca y el mar azul, que automáticamente convertían mi sencillo y aburrido cuarto universitario, en una extensión de mi hogar al que tanto extrañaba.
Soy originario de la costa norte de Honduras, específicamente de “La Ceiba”, la cual también es llamada “La Novia de Honduras” bañada por el océano atlántico, adornada por sus exuberantes montañas verdes y habitada por las personas más alegres del país. Nunca imagine que luego de graduarme nunca regresaría como habitante de esa hermosa ciudad; pero aprendí que cuando se extraña, se extraña lo cotidiano, los colores del cielo al atardecer y sobre todo se extraña la gente, aquella que termina de darle sentido a nuestros recuerdos.
He encontrado una verdadera pasión en la fotografía callejera, considero que es un verdadero arte procurar la composición e iluminación correcta, actuando en fracciones de segundo. También hago retratos a personas desconocidas en la calle; no importa al lugar que vayas, o cuan remoto esté, interactuar con la gente, romper el hielo y lograr una fotografía; siempre estará cargado de mucha adrenalina y satisfacción personal.
Soy fiel creyente que podemos cambiar la vida de las personas a través del arte de la fotografía y esa es mi misión.
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