El Salvador, con seis millones de habitantes, es uno de los países más violentos del mundo con tasas de homicidios de más de 60 por cada 100,000 habitantes, según las agencias de Naciones Unidas. La racha violenta de los últimos meses está registrando más de 20 asesinatos diarios, incluidos ataques a los agentes del Estado, tanto policías como soldados. Es la “crisis de inseguridad más significativa” desde la firma en 1992 de los Acuerdos de Paz que pusieron fin a la guerra civil, La violencia criminal en El Salvador es atribuida principalmente a las pandillas. Esta crisis es la portada diaria de los diferentes medios locales y medios internacionales.
El periódico Daily Mail del Reino Unido llego a comparar El Salvador con Iraq, por la tasa de homicidios, siendo un territorio mucho más extenso, casi 20 veces mayor que el país más pequeño de Centro América. Las imágenes que no se exportan al extranjero, los salvadoreños dispuestos a seguir apostándole por un mejor El Salvador, aquellos que ya están cansados de tanta violencia, los que quieren trabajar, aquellos a los que las promesas les suenan como a sueños distantes, los extorsionados, los olvidados, citando a Roque Dalton en su Poema de Amor:
Los siempre sospechosos de todo,
los que nunca sabe nadie de dónde son,
los mejores artesanos del mundo,
los que lloraran borrachos por el himno nacional bajo el ciclón del Pacífico o la nieve del norte,
los que apenitas pudieron regresar,
los que tuvieron un poco más de suerte,
los eternos indocumentados,
los hacelo todo, los véndelo todo, los cómelo todo,
los tristes más tristes del mundo,
mis compatriotas, mis hermanos.
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