“A través de su juego irreal de las técnicas visuales, su rebanada de realidad, su inmovilidad, su silencio y su reducción fenomenológica de movimientos, la fotografía se afirma así misma como la más pura y la más artificial exposición de la imagen…” Baudrillard.
La máscara se funde en el yo que la observa, como quien pinta en silencio personajes tras el espejo que deambulan ignorando las direcciones premeditadas, las distancias propuestas, los aromas o temblores que les dieron forma, in-formes canales de alteridades… el alter yo, ese otro que no soy y vengo construyendo cada ves que me observo cambiante, como el rìo, como el tiempo, como el caminar dormitando la habitación. Y en un espejo, cuando lo quebramos, se dibujan una cadena de rizomas que son todos parte de ese reflejo constante en la tradición de la ruptura, como quería Octavio Paz a propósito de la poesía, insistiendo en aquello que buscamos antes de saber que con un nombre se puede alcanzar la fijeza del instante, la fotografía en cuanto poética y escritura de la luz, como decía Baudrillard.
Y es que la fotografía madura la sencillez que cabila los instantes, como la poesía que los congela, los eterniza, los transmuta en esa nueva imagen que enriquece la lengua y el siquismo del hombre, siguiendo con Bachelard: “el vocablo fundamental que corresponde a la imaginación no es imagen, es imaginario.
El valor de una imagen se mide por la extensión de su aureola imaginaria. Gracias a lo imaginario, la imaginación es esencialmente abierta, evasiva…”. Entonces, la máscara, aquello o aquellos que somos cuando aceptamos la pluralidad que nos compone frente al mundo, ya para abrazarlo, para ignorarlo, negarlo o, parricidas posmodernos (seguimos con Paz y su tradición) sepultarlo a través de la re-construcción de los referentes que nos sostienen. La fotografía de Sofía Jaramillo se propone como una búsqueda (quizá fractal, espirálica) que indaga a través del diálogo de la luz las preguntas que desde siempre nos han atraído: ¿quién es aquél que dispara la imagen, que la piensa o encuentra…? ¿es sólo uno, o la pluralidad y las versiones que mostramos para el mundo, fuera y dentro?; en todo caso, una certeza nos invita: son aquello que nos define en cuanto seres complejos y coherentes en esa complejidad con la sensibilidad que reclama expresarla.
Fotografía con forma y lucidez y preguntas y aciertos y aquello que la muestra viva y cambiante, como las máscaras, como el camino, como el tiempo que se re-vela en la retina de todos los ecos que somos ante el silencio que nos escucha.
Juan Carlos Astudillo S.