Se cuenta que durante la etapa más dura del esclavismo en África, Bonifaz, el hijo del rey de una tribu originaria del Congo cayó en las redes de los traficantes de seres humanos y fue vendido en América del Sur durante el siglo XVI. Este personaje de la nobleza negra acabó trabajando como peón en la hacienda de Mururata, un pequeño pueblo de los yungas de Bolivia. Ahí Bonifaz fue reconocido por los otros esclavos africanos como su rey, quienes lograron ocultar de los patrones su identidad y la de su linaje.
Hoy, abolida la esclavitud y casi 500 años después, Julio Bonifacio Pinedo es el actual Rey Afroboliviano. Su familia está conformada por la Reina Angélica y sus hijos Marlen y Rolando, actual Príncipe y futuro heredero del trono. Muy al contrario de la cómoda vida que llevaban sus nobles ancestros, Julio lleva una humilde vida como campesino en Mururata, donde trabaja cultivando la tradicional hoja de coca para el sustento de su familia. El principe Rolando por las mañanas atiende a la escuela y por la tarde ayuda a su padre con la cosecha. Su esposa Angélica atiende las labores del hogar y trabaja vendiendo diferentes productos en el almacén de su pequeña casa.
En el piso superior de la vivienda se ubica un único dormitorio que comparten los cuatro miembros de la familia. Tienen cocina pero no tienen baño. A pesar de no existir mas servilismo, los antiguos patrones del pueblo todavía poseen además de la hacienda, la corona, la capa y el cetro que identifican al rey, los cuales le son prestados solamente en días festivos. Esta es la familia real de Bonifacio, el Rey de los Esclavos.