Hace casi 100 años en el pueblo jujeño de Tilcara se hizo visible a un par de pastores la virgen de Copacabana. El lugar del avistamiento se llama Abra de Punta Corral y se encuentra a 23 km de la ciudad entre las montañas y a casi 4100 metros del nivel del mar.
Todos los años la Semana Santa se festeja de una manera muy particular en esta ciudad de montaña. Todo comienza en el Domingo de Ramos, con la Bendición de miles de ramos florales y la primera peregrinación de los fieles. Luego, el lunes, comienza la caravana de ascenso a la cima de la montaña. Cinco mil personas caminan los 23 km que separan la base y la cima; cansancio, silencios, profundos pensamientos, van acompañando la caravana. En esta procesión también participan 90 bandas de Sikuis (las bandas pueden ser formadas en promedio por 20 integrantes) que le van poniendo sonido y ritmo al paso, todo con el mejor marco, la gran madre tierra que abraza al centenar de peregrinos con sus montañas.
Dieciséis horas aproximadamente se tarda, para uno que vive en el llano, llegar al Abra, uno puede sentir la energía del paisaje, de la gente, del todo. El descenso se produce a media madrugada del miércoles para terminar en la base aproximadamente a las 18hs. Pachamama-Copacabana, Cosmología andina-Catolicismo, todo vive en una armonía perfecta. Durante 3 años fui parte de esta peregrinación tratando de documentar este increíble acontecimiento, muchos fueron mis pensamientos en las subidas y bajadas, pero uno fue llevado a cabo, la realización de “Peregrino”, mi primer libro de autor
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