Cuestionar la relación entre el ser humano y su entorno urbano ha sido una constante en la fotografía de Marcel del Castillo. En Peligro indeterminado continúa en esta línea de trabajo, confrontando diversas capas temáticas. La primera es el reconocimiento de Monterrey, una ciudad con malformaciones urbanas, producto de enormes industrias pesadas que han sido arropadas con el crecimiento de zonas residenciales, hasta el punto de quedar ubicadas casi en el centro de la ciudad.
Esta simbiosis entre industria y urbe crea un circulo vicioso de contaminación –según la Organización Mundial de la Salud, Monterrey se encuentra entre las cinco ciudades más contaminadas de América– y de dependencia económica. En segundo lugar se detiene en la percepción de este fenómeno. Asumiéndolo como parte del horizonte, los ciudadanos han invisibilizado este paisaje, sea por el tiempo que lleva construido o por su importancia en la economía local. Finalmente los personajes.
En este caso sus dos hijas, que han llegado a esta ciudad emigrando de Venezuela. Parece que sólo nuevas miradas pueden percibir ese ambiente áspero; es así que, enfrentadas a un entorno que no les pertenece, les toca elegir entre cerrar los ojos o escapar de allí. Con influencias de la fotografía del matrimonio Becher y de Alfredo Cortina, Marcel del Castillo entreteje esa atrofia urbana con el sentimiento de no pertenencia, el reconocimiento de nuevos territorios y la percepción de estos.
Presenta una visión simbólica sobre la arquitectura industrial y su área de influencia, buscando las tensiones entre la documentación de esos espacios y su vivencia personal, caracterizada por personajes de su núcleo más íntimo. La figura de las niñas se nos presenta como una constante enigmática en el recorrido por los paisajes desolados de Monterrey.
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