La calle nos pertenece a todos A raíz de los sucesos violentos que comenzaron a desatarse en el país y en mi ciudad, la actitud de la población en general comenzó a cambiar, pasó de la incredulidad a la negación para terminar en la pasiva indiferencia. Si bien es cierto, la violencia que ha venido ocurriendo desde hace más de una década en México preocupa y represanta un riesgo salir a la calle, tambien es cierto que el encierro voluntario significa adoptar una actitud de complicidad pasiva. ¿Como se recupera el sentido de seguridad social?, ¿Qué puedo hacer desde la fotografía? El presente proyecto nace de estas interrogantes y de mi inquietud por hacer algo al respecto.
Considero que salir a la calle para realizar nuestras actividades cotidianas, es una acción más proactiva que el encierro voluntario.
Abandonar los espacios públicos resulta más peligroso que habitar la calle. Iconográficamente empleo la luz de las mamparas como contrapunto a la obscuridad, encuentro en esta dualidad un significado: por un lado la luz blanca representa la recuperación del espacio público, “la normalidad”, ahí donde estan las personas; la obscuridad y la luz de color se relacionan con el abandono de los espacios públicos y la alienación de los mismos a causa de la violencia. La calle nos pertenece a todos.
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