Las cosas parecen simples elementos hasta que se transforman en misterios. Así, lo que tenemos más a mano e inofensivo puede convertirse en un objeto monstruoso, abyecto, y presentarse como una nueva cosa. Eso es lo que sucede con lo fotografiado por Guillermo Giansanti.
Este trabajo fotográfico se presenta como un ejercicio de arqueología visual sobre el valor de los objetos. Resultado de la aventura emprendida en el año 2016 por el fotógrafo en el lodo del lago del Parque Rodó, cuando lo vaciaron para su limpieza. Pero es más que este ejercicio. Es una transformación dada por la mediación de la fotografía: los objetos se presentan como grandes esculturas —están en primer plano y con fondo blanco— y adquieren una monumentalidad plana. Su visualidad nos interpela. ¿Qué son estas cosas encontradas por el fotógrafo? ¿Cómo llegaron hasta allí? Pero, por sobre todo, ¿en qué se han convertido y de qué nos hablan? Por ejemplo, del paso del tiempo. El barro está mezclado con la materialidad de las cosas que, a su vez, está desgastada, manchada, arrugada, deconstruída. Hay un manto sobre estos elementos que los vuelve lejanos. Una distancia que los separa del ahora, y un uso que los presenta como portadores de una historia, de un relato. Pero el barro también nos remite al lago, de donde volvieron a nacer. Ahora ya no son solo las cosas humanas, sino que se suma lo subacuático, el lodo, los objetos son también el lago. Y el lago es estos objetos. El fango no es un resto, una sobra, sino que es una parte más que se nos presenta incluida.
Los objetos nos hablan de nuestra relación con la naturaleza, con nuestro entorno citadino, y de nuestras conductas. La muestra también hace referencia a las clasificaciones: las categorías se pierden en el lago. El inventario visual nos expone cosas que identificamos, pero otras no tanto, que se alejan del ideal, de lo que se debe ser. Ya no son lo que fueron —como un tango melancólico— y ni siquiera tienen un texto que las defina. Son feas, viejas, inútiles, descartables. Eso sí. Es un caos eso que lo subacuático ha hecho, como un magma que todo lo confunde. Al contrario del prefacio de Las palabras y las cosas. Una arqueología de las ciencias humanas, en el que Michel Foucault cita a Borges y una clasificación de animales en base a una enciclopedia, el lago de la ciudad ha confundido los objetos y Giansanti nos los muestra desde otra condición: ahora son la otredad.
Mariangela Giaimo
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