Uno de los mayores placeres que me ha dado mi oficio es, sin duda, vivir la calle, vivir nuestra cultura popular alimentada de arraigo, de tradiciones, de imposiciones, de historia, de resistencia, de violencia, de amor por el territorio, de solidaridad, de gandallismo, de música, de sensualidad, de miedos y esperanzas; vivir la calle es observar, escuchar, sentir, oler y compartir... para finalmente fotografiar.
… tomar fotografías ha significado para mí un acto de comprensión, pues el deseo de expresarme se convirtió muy pronto en la necesidad de ver y escuchar… Así conocí barrios a los que de otra manera hubiera sido difícil llegar; formé parte de ritos, asistí a bailes, compartí comida y bebida, me emocioné con los actos de fe que antes me parecían inexplicables e innecesarios, entendí la necesidad del amor, la amistad y la solidaridad como combustible para vivir pero, sobre todo, me quedó claro que pertenezco a algo y que soy de un lugar específico.
Con frecuencia descubrí, a lo largo de estos años, paralelismos entre la representación en las fiestas y la vida cotidiana en la Ciudad de México, relacioné actos políticos con expresiones religiosas, vinculé paisajes urbanos con estados de ánimo, encontré en lo individual explicaciones para lo colectivo, traté de entender la mecánica interna que mantiene la convivencia en esta ciudad y volví mío algo que ya me pertenecía: el sentido del humor y la ironía que son parte de nuestra realidad. En estos barrios, en estas fiestas, en estas calles a menudo chocaba de frente con todo lo que ya había visto, y reconocía en medio del desmadre o el caos visual el arte prehispánico, el colonial, el contemporáneo: sólo faltaba aislarlo.
La mayoría de las veces me sentía muy limitado con el medio que había elegido —la fotografía— pero por otro lado reconocía en ésta sus virtudes de síntesis, de dramatización y sobre todo de metáfora. La fotografía nunca ha sido para mí el objetivo ni el pedazo de papel que la contiene: ha sido y es el camino, me ha permitido estar y por lo tanto ser. La fotografía me ha hecho compartir y conversar, me ha enseñado a ser paciente, intolerante cuando es necesario, y tolerante por convicción; me ha mostrado la belleza de lo heterogéneo y lo diverso, me ha dejado tratar de ser una mejor persona. Francisco Mata Rosas
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