La belleza también es brutal. Es guaranga. Es serpentina. Es fluctuante. Contradictoria. La belleza es un rostro cruel manchado de sangre en la batalla. Y, a veces, esa batalla puede ser una enramada y la sangre gotas de vino tinto. La belleza travesti, es la belleza en sí misma, despojada de gloria pero embebida de Baudelaire, de sus flores malignas que a ciertas horas de la noche nos vampirizan, nos convierten en seres distintos, anónimos para nosotros mismos.
Los trabas chilenos, son transformistas de su propia realidad y así, van cambiando lo que existe de normal en la norma ajena. El 18 es un pretexto como los 33 años de Cristo. No importa el día, importa el espíritu. Allí donde me invoquen, dijo Cristo, estaré entre ustedes. Y lo mismo ocurrirá si lo llama la Gloria o la Juana para beber un trago y pasar la noche de ronda. Los pechos son falsos pero el corazón es certero. El baile miente pero el deseo siempre resulta auténtico. Una bandera y el ritmo de la cumbia enaltecen las horas perdidas. Un piso de tierra y una medias rotas dignifican la pasión en colores. No hay más amor que la piel, ni más lágrimas que las que se vierten por las mentiras de la madrugada.
Las imágenes del chino Leiva superan la idea de la fotografía, son páginas de un libro secreto pero revelado. Son poemas escritos sobre la textura de una flor. Y una flor hay en cada labio masculino que se vuelve tenso en su volcánica discusión con un portador vestido de mujer,. No hay más mujer que la mujer que quieren ver tus ojos-. Y el ojo del chino, desnuda mujeres y encuentra tesoros en el fragor de la lucha.
C. A.
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