Ser líder en el sector tecnológico no es tarea fácil. Es un ámbito en constante evolución, donde lo que es relevante hoy puede quedar obsoleto en poco tiempo. Por eso, mantenerse en la cima requiere una adaptabilidad constante, y solo unas pocas empresas logran mantenerse a la vanguardia, innovando y transformándose continuamente para satisfacer las nuevas demandas del mercado.
Microsoft es una de esas empresas. Forma parte del exclusivo grupo de las ‘Big Tech’ que la Unión Europea sigue con atención. El éxito de la compañía, fundada por Bill Gates, se debe en gran parte a su sistema operativo Windows, que sigue siendo uno de los más importantes a nivel mundial.
Sin embargo, el éxito de Microsoft no solo se debe a la visión de sus líderes, sino también a las personas que componen la empresa. Los empleados son una pieza clave en el desarrollo y crecimiento de la compañía, y es crucial que las empresas sepan cómo seleccionar a los mejores talentos para que encajen con su filosofía y sean los más competentes en sus puestos. Para ello, las compañías suelen ofrecer salarios competitivos y condiciones atractivas, pero el verdadero reto es identificar a los perfiles adecuados.
Para Steve Ballmer, ex CEO de Microsoft, una de las claves para saber si un posible empleado era el adecuado para la empresa era determinar si este contribuiría a generar ganancias o pérdidas. Sin embargo, no le hacía esa pregunta directamente; en su lugar, empleaba un curioso método durante las entrevistas.
Ballmer les proponía a los candidatos un «juego»:
«Estoy pensando en un número entre 1 y 100. Con cada respuesta, te diré si es más alto o bajo que ese número. Si lo adivinas a la primera, te doy 5 dólares. Si lo haces en la segunda, 4 dólares, y así sucesivamente hasta llegar a cero. Después, por cada fallo que cometas, tú me deberás un dólar… ¿Quieres jugar?»
A simple vista, parece un juego trivial de azar. Sin embargo, este ejercicio estaba diseñado para evaluar el enfoque del candidato ante el análisis de riesgos, la toma de decisiones y su comprensión de las probabilidades. La mayoría de las personas aceptaba el reto con el afán de impresionar a Ballmer, pero lo que realmente buscaba él era alguien que, en lugar de participar de inmediato, se detuviera a pensar en las probabilidades de ganar y en las posibles pérdidas.
Ballmer quería encontrar a alguien capaz de dar un paso atrás y analizar la situación de forma racional: estadísticamente, es más probable perder dinero que ganarlo. Para él, el candidato ideal era quien rechazaba participar en el juego, pues entendía que, en ocasiones, lo más inteligente es saber cuándo no involucrarse en una apuesta arriesgada.