Durante años, Elon Musk ha sido la figura emblemática de Tesla, y los vehículos de la marca fueron vistos por millones de conductores no solo como coches, sino como un símbolo de innovación, progreso y visión futurista. Sin embargo, ¿qué ocurre cuando esa visión se ve empañada por la ideología política del dueño? En los últimos tiempos, la imagen de Musk ha generado una gran polarización entre sus seguidores y clientes, quienes ahora han encontrado una forma ingeniosa de expresar su descontento: pegatinas para «reivindicar» sus Teslas.
Cada vez son más los conductores de Tesla que colocan en sus vehículos una pegatina con la frase en inglés «compré este coche antes de que Elon se volviera loco». Estas pegatinas, que se venden en plataformas como Amazon, se han convertido en una forma popular de disidencia entre los propietarios de la marca. Musk, quien en sus inicios fue admirado por su capacidad para innovar y romper moldes, ha visto cómo sus posturas políticas y adquisiciones polémicas, como la compra de Twitter, han alterado la percepción pública.
Además, su implicación con el gobierno de Trump ha sido la gota que ha colmado el vaso para muchos de sus seguidores, quienes ahora consideran que su influencia perjudica más que beneficia a Tesla como empresa. La disonancia cognitiva que sienten algunos propietarios de Tesla ha encontrado una salida humorística y política en las pegatinas creadas por Matthew Hiller, el responsable de estas sátiras.
Hiller, un empleado de un acuario en Hawái, comenzó a diseñar estas pegatinas como una afición, pero el creciente interés en las redes sociales transformó su hobby en un negocio exitoso. La pegatina con la frase «Compré este coche antes de saber que Musk estaba loco» ha ganado gran popularidad, especialmente después de la victoria de Trump, lo que hizo que se hicieran virales.
¿Separar el producto del creador?
El fenómeno de Tesla plantea una cuestión fundamental: ¿puede una marca seguir prosperando cuando su figura principal se convierte en una personalidad polarizadora? Y aún más relevante, ¿quieren los consumidores disociar la marca del creador?
Este caso podría ser una lección para otras empresas sobre la importancia de mantener la neutralidad, o bien un reflejo de la creciente polarización social. El futuro de Tesla y la imagen de Musk podrían depender de cómo se resuelvan estas interrogantes.